Crítica – Luz de luna: Un dulce retrato del dolor

  • De manera a la vez conmovedora y desgarradora, Barry Jenkins explora la solitaria vida de un afroamericano homosexual en la Florida contemporánea.

Debe haber pocas cosas más crueles que ser un marginado entre marginados. La mirada implacable de la lente de James Laxton nos ubica en los barrios bajos afroamericanos de Florida: hay vendedores de droga, adictos al crack, y chicos hechos pandilleros en las calles. Incluso en un entorno tan desolador, encontramos a «Pequeño», o Chiron (interpretado aquí por Alex Hibbert), como un paria, un niño que no confía en nadie como consecuencia de la violencia física y emocional de la que es sujeto.

Barry Jenkins, en rol de director y escritor (en apenas su segundo largometraje después de Medicine for Melancholy), teje un retrato episódico de Chiron en tres etapas de su vida, con Ashton Sanders y Trevante Rhodes retomando al personaje como un reprimido adolescente y un endurecido adulto, respectivamente.

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Luz de luna (Moonlight) es cine transformado en una herramienta para la empatía, empezando, de nuevo, por el trabajo de cinematografía de Laxton. Cámara en mano, sus tomas largas ofrecen una mirada penetrante y persistente a un personaje que siempre se reprime, carente de amor, y que se percibe a sí mismo bajo el escrutinio constante de quienes le rodean. Hibbert, Sanders y Rhodes comparten la poderosa mirada de anhelo y dolor de Chiron, pero es Laxton quien nos obliga a mirarlo a los ojos.

El filme toma su título de In Moonlight Black Boys Look Blue, del dramaturgo Tarell Alvin McCraney, y hace del color azul uno de sus más potentes símbolos. Como si fuese un personaje más, el mar se manifiesta para recordar los momentos de amor y compasión en la vida del protagonista, si bien es abrumador lo escasos que son.

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«Blue» es, de hecho, el sobrenombre del mentor de Chiron, Juan. Mahershala Ali personifica a este vendedor de drogas convertido en la figura paterna de Pequeño, personaje escrito con suficientes matices e interpretado de manera que su presencia permea todo el filme, incluso a pesar de la brevedad de su participación.

Son dos frases que Juan acuña durante Luz de luna las que sirven como un faro en la oscuridad para Chiron en la búsqueda de su identidad, el amor y la aceptación de sí mismo en un entorno de burda masculinidad heterocéntrica. El filme de Jenkins es uno que sin duda romperá corazones, pero que resonará por una verdad universal: es la compasión que se aloja en los corazones humanos, la que nos permitirá abrazar la diversidad.

 

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