Hardcore: Misión Extrema, el cine intertextual en la era de los gadgets

Primero vino la digitalización del cine y, con el tiempo, los elevadísimos costos de producción del cine bajaron con el desplazamiento del celuloide. La revolución tecnológica no se detuvo ahí, y en pocos años los dispositivos móviles o gadgets mejoraron exponencialmente su capacidad para grabar video digital de alta calidad, de manera inversamente proporcional a su tamaño físico. Las cámaras GoPro, pequeñas y prácticas, permitieron que los protagonistas de la más desenfrenada acción se convirtieran también en sus camarógrafos.

Por otro lado está la invasión de los títulos de disparos en primera persona o First Person Shooters (FPS) en el mercado de los videojuegos. Franquicias como Halo o Call of Duty cuentan con millones de seguidores en el mundo, ávidos fanáticos de la inmersión proporcionada por la perspectiva única de estos juegos. Añádase a la mezcla que el presupuesto de esta película surgió del sitio de internet IndieGoGo, una plataforma de financiamiento colectivo, y podría afirmarse que Hardcore: Misión Extrema (Hardcore Henry) es un producto cinematográfico completamente propio de su época: un hijo de la revolución digital y tecnológica, asequible para sus innovadores y ambiciosos productores, y absorbente para una audiencia que lo mismo consume cine tradicional, como videos en YouTube, cómics y videojuegos de varios géneros.

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Es esta fascinante contaminación intertextual entre cine y videojuego en conjunto con la grandiosidad de su producción, lo que convierte a Hardcore: Misión Extrema en un evento cinematográfico. El concepto en sí no es nuevo, considerando que la independiente alemana de terror (aptamente) titulada FPS hizo algo similar en 2014; o que el remake de Maniac de 2012 con Elijah Wood se constituye casi totalmente de planos en punto de vista en primera persona. Doom de 2005, haciendo homenaje al videojuego que la inspiró, cuenta con una secuencia completa en esa misma perspectiva; sin embargo, la película del debutante ruso Ilya Naishuller sienta un precedente al ser la primera película de acción en tan gigantescas y frenéticas proporciones, filmada de principio a fin con el fin de emular la estética de los videojuegos.

En papel, más que presentar un reto de producción, esto supondría problemas desde el punto de vista narrativo, pues la cámara se convierte simultáneamente en los ojos de la audiencia y del protagonista, lo cual es hábilmente resuelto gracias a que el personaje titular, Henry (Ilya Naishuller, Sergey Valyaev, Andrei Dementiev) es una especie de súper soldado cyborg que recién ha despertado del experimento realizado por su esposa (Haley Bennett) para reconstruir su cuerpo y salvarle la vida después de un incidente no especificado. Amnésico y mudo a falta de un módulo de voz, Henry mira al mundo y sus habitantes con la curiosidad de un bebé y cualquier situación nueva le es explicada a detalle. En este sentido, Naishuller tiene éxito al hacer a la audiencia partícipe de la acción, tomando los ojos de Henry y transformándolos en cámara, dolly, steadicam y grúa, según la trepidante y loca secuencia que esté en curso.

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Hardcore: Misión Extema no escatima en acción brutal y desenfrenada, dejándolo claro desde los créditos iniciales, irónicamente la única fracción del film que no se presenta en perspectiva de primera persona, pero que de inmediato muestra sus pretensiones: expone, en exagerado detalle, escenas ultraviolentas de balas perforando cráneos y cuchillos atravesando cuellos, todo bañado en tonalidades rojas. Los créditos no solo anuncian los nombres detrás de la película, sino también el grado de salvaje detalle que quiere alcanzar.

Es justo aquí donde, lamentablemente, la película falla por momentos. El punto de vista de primera persona funciona de maravilla en secuencias de persecución, así como en algunos combates del primer acto, creando incluso sensación de vértigo y un grado de cercanía inesperado para el género de acción, mismo que a veces se preocupa más por mantener la cámara lejana para apreciar la magnificencia de sus coreografías y escenografías.

Sin embargo, el caos crece en proporción de la complejidad en las luchas del tercer acto, tal como sucedería en un videojuego, y por momentos la acción es imposible de seguir entre las hordas de enemigos y ataques que llueven en dirección de Henry y, por consiguiente, de la audiencia. No ayudan las decisiones de iluminación francamente cuestionables en algunos de los sets, estéticamente apropiados pero nada funcionales.

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Aun con lo interesante que resulta, Hardcore: Misión Extrema también llega a sentirse visual y argumentalmente repetitiva por segmentos. Una vez más, como en un videojuego, la historia es el pretexto para ir de una misión a otra. Henry tiene que escapar de un lugar, llegar a otro, buscar a cierta persona, encontrarse con otra, viajar a un nuevo punto del mapa y así sucesivamente para rescatar a su esposa, con centenares de balas y litros de sangre derramados de por medio. El (muy literalmente) polifacético Jimmy (Sharlto Copley) indica a Henry lo que debe hacer en cada descanso, de paso brindando brillantes respiros al reiterativo desenfreno, siendo uno de los mejores personajes de la cinta.

Aunque también se agradece mucho el giro argumental en el clímax, es probable que más de uno llegue hasta ese punto arrastrando los pies porque ésta, tan entretenida como es, también resulta una película agotadora de ver.

A pesar de todos sus defectos, hay que recordar que Hardcore: Misión Extrema es un experimento, uno muy ambicioso y únicamente posible en la época en la que vivimos, razón por la que brilló en el Festival Internacional de Cine de Toronto 2015, por la que brillará este año y lo seguirá haciendo por varios más. Dijo Mark Cousins en La Historia del Cine: Una Odisea que el impulsor de las películas no es el dinero, sino las ideas: en este caso, la idea de filmar una película entera en perspectiva de primera persona con un arnés especial para dos cámaras GoPro. La idea de emular la inmersión posibilitada por los videojuegos. Las ideas que concibieron a esta película de Ilya Naishuller, son las que la hacen algo que debe verse.

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