Escuadrón Suicida

  •  Aunque se salva por muy poco de ser la peor cinta basada en cómics en los últimos cinco años, sí es un revoltijo de inconsistencia tonal, conflictos creativos y oportunidades desaprovechadas.

En un contexto de “universos cinematográficos” e interminables crossovers fílmicos, es imposible comprender a Escuadrón Suicida (Suicide Squad) sólo como una película individual, pues pretende ser el tercer eslabón en la franquicia llamada DC Extended Universe de Warner Bros. tras la controversial El Hombre de Acero (Man of Steel), y la críticamente apaleada Batman vs Superman: El Origen de la Justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice).

Teniendo lo anterior presente, la cinta dirigida por David Ayer (Fury, 2014) es una cuya producción estuvo plagada de rumores sobre diferencias creativas e intervención ejecutiva, casi confirmados por un producto final de ritmo torpe y atmósfera inconsistente. Probablemente no se trate de lo peor que ha dado este verano, pero sus puntos favorables difícilmente le acreditan, siquiera, calificarla como “promedio”. Lo cual es una pena pues, a pesar de todas sus fallas, claramente no teme ser divertida, o por lo menos intenta serlo.

Escuadrón Suicida sufre por su afán de introducir a sus personajes no una, sino varias veces en distintos puntos de la trama (obviamente llegando al punto de la redundancia), pero de alguna manera fracasa en otorgar peso emocional a sus motivaciones. Por mucho, el personaje más sólido en toda la película es el de Amanda Waller (Viola Davis), quien impone suficiente presencia a cuadro para hacer creer que, por el bien de la humanidad, tiene dominada a esta brigada de supuestos psicópatas a quienes ella llama “lo peor de lo peor”.

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Lamentablemente el calificativo se queda algo corto, pues en lugar de una peligrosa galería de villanos digna de la atención de Batman, se sienten más como una versión terrícola (y no tan bien lograda) de los Guardianes de la Galaxia: un montón de inadaptados que han hecho cosas malas, pero que tienen buenos corazones en el fondo. El resultado es que el pistolero de sangre fría y puntería perfecta, Deadshot, es sustituido por el padre de una tierna hija, Will Smith interpretando a Will Smith, una decisión más relacionada con tener más star power en el poster que con buen casting.

El tratamiento de anti-heroína termina siendo más perjudicial para Harley Quinn, el personaje de Margot Robbie, quien hace el mejor uso posible de lo poco que le da el guión para trabajar. En teoría, su historia debería dar mucha tela para cortar con infinitas capas y matices: se trata de una psiquiatra convertida en psicópata gracias a una tóxica relación con su paciente. En Escuadrón Suicida esto queda reducido a una fascinación que se parece lejanamente a un enamoramiento, irónicamente dejando a Harley más como una suerte de bufón que como una enferma mental de extremo cuidado. Sí, es muy entretenida, pero se siente algo fuera de lugar con el resto de los villanos taciturnos y olvidables. Por su parte, el Joker de Jared Leto es totalmente desaprovechado, pues claramente existe en el guión como mero gancho para las audiencias no familiarizadas con las viñetas. Fuera del fan service y de los flashbacks para establecer a Harley como personaje, la película bien podría existir sin él.

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Una de las críticas más frecuentes a las películas de superhéroes como un todo, es la utilización de villanos con motivaciones simplonas y un ejército de secuaces genéricos a sus pies. Si alguna vez Escuadrón Suicida prometió subvertir las constantes del género, hubo un momento en que se arrepintió y jugó a la segura, ya que Enchantress (Cara Delevingne) entra perfectamente en ese molde. Es la cereza en un pastel hecho de oportunidades desperdiciadas que sólo aporta más flashbacks a una historia ya de por sí entorpecida por ellos.

Lo triste del asunto es que ésta pudo ser una película muy diferente, pero fue víctima del pánico corporativo totalmente ajeno a ella. Es como si la visión de David Ayer, cual haya sido ésta, hubiera sido descarrilada por los ejecutivos de Warner Bros. tras las malas críticas al duelo del Caballero de la Noche y el Último Hijo de Kryptón. Es como si la orden ejecutiva hubiera sido “háganlo menos oscuro, más como Marvel”, quitando a Ayer de la silla de director y metiendo música pop ochentera en la sala de edición, al puro estilo de Guardianes de la Galaxia.

Sólo que en ésta última, la cuidada selección musical iba unificada con la visión de un director en perfecta mancuerna con el montajista. Aquí no hace más que establecer un vago tono para sus escenas, otro desperdicio pues las canciones por sí mismas son joyas musicales. Escuadrón Suicida hará una bonita banda sonora en los estantes de las tiendas de música (o en los servicios de streaming). Por mérito de su original y vibrante diseño de vestuario, inspirará miles de cosplays y disfraces en las fiestas de Halloween. Hará desear que DC Films busque inspirarse menos en Marvel Studios, y deje de controlar a sus directores como mamás obsesivas. Pero no dejará mucho más a su paso por las carteleras.

 

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