Más fuerte que las bombas

  • Joachim Trier presenta un íntimo y melancólico drama familiar sobre la muerte, los recuerdos, la falta de comunicación y el engaño; difuminando la línea entre lo real y lo onírico mediante imágenes que juegan con las dualidades y perspectivas.

Sobre la fotografía de guerra, Susan Sontag escribe en Ante el dolor de los demás que “una catástrofe vivida se parecerá, a menudo y de un modo fantástico, a su representación.” Existe una dualidad, o ambivalencia, entre la tragedia y su testimonio o recuerdo. Más fuerte que las bombas (Louder than bombs) narra una tragedia más personal: la muerte de la fotógrafa de guerra Isabelle Reed (Isabelle Huppert), cuyo trabajo será objeto de una exhibición póstuma que reúne al esposo e hijos que le sobreviven.

La tercera cinta de Joachim Trier se adueña de esta dualidad y la convierte en su leitmotiv tanto temática como estructuralmente, desde lo más evidente como la muerte del ser querido y quienes continúan viviendo en luto, a los puntos más finos del entramado de relaciones humanas: padres e hijos, cónyuges o amantes, la guerra o sus víctimas individuales, el hermano mayor y el menor, la vida familiar o la profesional, la verdad o el engaño, el accidente o el suicidio. Uno de los conflictos centrales es la incapacidad de Gene (Gabriel Byrne) para comunicarse con el menor de sus hijos, el retraído adolescente Conrad (Devin Druid), quien ignora la aparente verdad sobre la muerte de su madre. Simultáneamente, Gene se involucra sentimentalmente con la maestra de su hijo (Amy Ryan).

El hijo mayor, Jonah (Jesse Eisenberg) tiene su propio campo de batalla personal, recién convertido en padre de un bebé cuando debe regresar a casa con su padre y hermano. A su vez, tiene un acercamiento con su ex novia (Rachel Brosnahan), quien también perdió a su madre recientemente.

A la estructura novelesca del drama familiar se añade un nuevo grado de complejidad gracias a la memoria. Una vez más, Susan Sontag: “la memoria congela los cuadros; su unidad fundamental es la imagen individual.” Son las imágenes surreales, como la madre flotando entre escombros en el vacío de un sueño, con las que Trier y su cinematógrafo Jakob Ihre exploran la relación que padre e hijos recuerdan con Isabelle, cuya presencia en la historia es como la de un fantasma, siempre presentada como un recuerdo mediante flashbacks.

Definitivamente es un entramado complejo, pero Trier logra moverse con maestría entre realidad, recuerdos y sueños; entre pasado y presente con sencillez, brindando exposición en el momento preciso a cada etapa en los viajes personales de sus personajes, ninguno de los cuáles se siente desaprovechado ni innecesario. Mención especial para el montaje de Oliver Bugge Coutté, que con naturalidad salta del mundo de las cautivadores y estilizadas imágenes oníricas, a las crudas y sobrias fotografías bélicas.

Muy a pesar de que el drama de una familia en luto pueda sentirse trillado, es en su presentación donde Más fuerte que las bombas sobresale. El director noruego logra transmitir un sentimiento de melancolía y añoranza a través de sus imágenes íntimas y personales, pero de un impacto tan poderoso como una bomba.

Más fuerte que las bombas está actualmente en carteleras mexicanas.

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